Actores, cantantes, escritores…y una empresa de tecnología punta como el gigante Microsoft. Todos han caído en el error de minusvalorar el efecto Twitter.
La fiebre por utilizar este canal y participar del universo de las redes sociales está haciendo pasar malos tragos a numerosos usuarios, que se dejan llevar por la posibilidad de comunicarse directamente con un número infinito de seguidores con un coste prácticamente nulo.
A través de Twitter la comunicación es instántanea, abierta y directa. Esa es su ventaja, pero también su gran riesgo, sobre todo si uno padece incontinencia comunicacional.
¿Quién no se ha arrepentido alguna vez de haber dado a la tecla al segundo de haber enviado un email o un sms? Con Twitter, el efecto se multiplica de forma exponencial y es prácticamente imposible dar marcha atrás, salvo que se opte por una rectificación en toda regla, como le ha ocurrido a Microsoft.
Las empresas están utilizando de forma creciente Twitter y aumentan día a día su presencia en las redes sociales, con distintas fórmulas, normalmente bastante conservadoras.
Siempre ha habido tendencia a matar al mensajero, pero en este caso el mensajero es el propio autor del ‘tuit’. O sea, la empresa.
El problema no radica tanto en el canal sino en el mensaje. Un único consejo es válido: antes de dar a la tecla, piénsalo dos veces (como mínimo).