Cada vez son más los trabajadores que usan smartphones en sus vidas personales y quieren usar también estos sofisticados terminales en sus trabajos. Tanto es así, que los jefes están cediendo y empezando a abandonar la política de «blackberry o nada», permitiendo el uso de estos terminales, tablets incluidos.
Sin embargo, los smartphones también suponen un riesgo. No cuentan con los sistemas de seguridad que han hecho famosa a la blackberry, y eso supone que las compañías exijan a los empleados utilizar contraseñas y complejas funciones de seguridad, al mismo tiempo que soportar parte del coste que supone. Aunque éstas medidas pueden no ser suficientes, explica este artículo de Wall Street Journal, y ya hay empresas con sistemas que permiten borrar el contenido del terminal de forma remota (si el terminal es robado o extraviado, o si el empleado abandona la compañía) o incluso limitar el uso de algunas funciones del teléfono para uso corporativo.