La primera fotografía nos lleva, consciente o inconscientemente, a una dosis de cierto nacionalismo: ¿Y España, como sale en la foto?
La cuestión no es baladí, por cuanto detrás de todo el proceso, al igual que viene ocurriendo en los últimos dos años en todo lo concerniente a Europa, hay cierta tendencia a pensar que existen una o varias manos negras deseosas de perjudicar a la economía española como paso previo a un posible hundimiento del euro.
La realidad es que España, según han recogido la práctica totalidad de los medios patrios, ha pasado el examen con nota. Pese a que cinco de los ocho suspensos a lo largo y ancho de Europa sean entidades españolas, el Banco de España se ha apresurado a decir que no van a necesitar nuevas aportaciones de capital porque cuentan con colchones suficientes para amortiguar sus actuales carencias.
Y, cierto es , España ha analizado el 100% de las instituciones, mientras que la media en otros países ha sido del 50%. O lo que es lo mismo: de haberse analizado sólo el 50% del sector en España (BBVA, Santander, la Caixa y Bankia) no habría habido ‘cates’ y la fotografía habría sido otra bastante más favorable como país.
Mal haríamos, en todo caso, en entretenernos en estas discusiones; ya ha sido suficiente con las posiciones críticas del Banco de España y la vicepresidenta económica respecto a a la forma de realizar los análisis en Europa y algunos de los criterios utilizados o desechados para contabilizar el capital bueno.
De hecho, más nos habría servido habernos anticipado con una buena labor previa de lobby en Europa y con una buena estrategia de comunicación del sector, pero da la sensación de que cada uno va por su lado.
Lo realmente importante es que ahora hay más información detallada sobre el sector en España y la transparencia, a la larga, siempre trae beneficios, aunque en un primer momento te haga pasar un mal trago: más vale una vez colorado que cientos amarillo.
Y es cierto también que España, aunque con bastante retraso, según ha reconocido el propio Gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha avanzado en la reestructuración del sistema financiero. Los estrenos bursátiles de Bankia y Banca Cívica, de concretarse esta semana, serán una nuevo y esperado paso en la misma dirección.
Más allá de este análisis por países, lo relevante del nuevo ejercicio de ‘striptease‘ realizado es que, probablemente, va a cambiar bastante poco el escenario en el que desde hace ya demasiados meses nos movemos en Europa: la severidad de los mercados financieros.
Los mercados son arenas movedizas que desde hace ya demasiado tiempo están amenazando con engullir sin miramientos a algunos países y, mientras tanto, los líderes europeos adolecen de falta de lo que más necesitamos, precisamente, para salir de este atolladero: liderazgo.
En un análisis de The Economist –‘Ignoring the obvious‘–, se concluye que los ‘stress tests‘ han sido demasiado suaves para tranquilizar a los mercados y demasiado poco ejecutables para urgir la necesaria recapitalización del sector. Por lo tanto, afirma, este nuevo ejercicio va a resultar, una vez más, irrelevante.
Se pierde un tiempo valioso, en suma, en discusiones bizantinas sobre la conveniencia de convocar o no una reunión del Eurogrupo, como ha ocurrido esta misma semana, y se adoptan escasas medidas efectivas para atajar los problemas de raíz.
Para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos. Este es el verdadero quid de la cuestión: la inexistencia de un liderazgo claro europeo hace que no estemos agarrando el toro por los cuernos y la casa de la Vieja Europa siga sin barrer.