Zara, un ejemplo para la sucesión de Rupert Murdoch y Steve Jobs

Por razones bien distintas, Rupert Murdoch y Steve Jobs, CEO’s de News Corp y Apple, respectivamente, podrían estar viviendo una historia con igual final: sus últimos tiempos como primeros ejecutivos de los dos grupos empresariales a los que han encumbrado a lo más alto.

Su sucesión podría ser objeto de sendos debates internos, o eso al menos se desprende de algunas informaciones publicadas en el WSJ, el diario de negocios líder en EEUU (que, casualmente, forma parte del entramado de News Corp).

Un consejo, si me lo permiten, de simple sentido común: que se miren en el espejo de Zara, que esta semana ha dado muestras de cómo hacer una transición modélica.

La sucesión, a debate

El escándalo de las escuchas telefónicas se ha convertido en un auténtico vía crucis para Rupert Murdoch, el hasta hace bien poco poderoso empresario de medios de comunicación.

Su comparecencia ayer ante el Parlamento británico para dar explicaciones fue interpretada por algunos como una humillación, aunque desde un punto de vista de estrategia de comunicación, Murdoch no tenía otra alternativa que mostrar una cara humilde y apesadumbrada después de todo lo ocurrido. Eso sí, responsabilizó del fiasco a otros ejecutivos del Grupo.

Este escándalo a buen seguro se convertirá en un ‘business case’ del anti periodismo, al margen de otras probables implicaciones de tipo penal para sus protagonistas.

Lo cierto es que el debate sobre una posible retirada del octogenario responsable ejecutivo de News Corp está en el aire, o al menos así lo recoge WSJ en una de sus informaciones, en la que explica no obstante que muchos de los consejeros del Grupo no ven alternativa válida salvo la continuidad de Rupert Murdoch.

Respecto a Steve Jobs y Apple, que ayer presentó unos excelentes resultados del segundo trimestre, con aumentos del 83% en ventas y del 95% en el beneficio, habría habido algunos movimientos informales por algunos miembros del consejo de administración para sondear un posible relevo, informa también WSJ.

En este caso, la razón sería los problemas de salud de Jobs, impulsor de los iPod, iPhone y iPad y ‘alma mater’ del éxito indiscutible de Apple, que se ha situado este año como la marca más valiosa a nivel mundial.

No obstante, informa WSJ, el propio Steve Jobs calificó esas informaciones como una «tontería» en un email enviado al diario.

Estas informaciones muestran lo complejo y sensible que resulta el relevo en algunas corporaciones con una gestión y una cultura corporativa marcadas por el liderazgo personal de sus primeros ejecutivos.

Una situación similar ocurre con Warren Buffet, que meses atrás tuvo que hacer frente a un grave problema de Gobierno Corporativo en Berkshire Hathaway tras la actuación poco clara de uno de sus lugartenientes de confianza.

Transparencia y Gobierno Corporativo

Los problemas sucesorios en este tipo de empresas no siempre tienen respuestas claras a través de mecanismos transparentes, algo que es absolutamente imprescindible y que haría un bien enorme al Gobierno Corporativo de esas compañías.

Si miramos al territorio español, esta misma semana hemos tenido un excelente ejemplo de cómo se hacen bien las cosas: el relevo de Amancio Ortega por Pablo Isla en la presidencia de Inditex, el imperio textil cuyo buque insignia es Zara.

Una transición ordenada sienta bien a los mercados, ya que, pese a que Amancio Ortega sigue ostentando un amplio paquete de control de acciones en Inditex, ha dado una señal inequívoca de apostar por una gestión profesional del conglomerado.

Esto es lo que quiere oir el inversor institucional y, al mismo tiempo, es la forma de garantizarse la rentabilidad a futuro de su propia inversión: pasando de un modelo de gestión personalista, muchas veces imprescindible en la etapa de creación y desarrollo de la empresa, a otro modelo más profesionalizado.

El relevo en Inditex debería servir de ejemplo para otras muchas compañías a nivel global, y seguramente también, para alguna gran empresa española que se enfrentará más pronto que tarde a la renovación de su cúpula, por edad u otras razones que ahora no vienen al caso.

La tentación, muchas veces, es aplazar las decisiones hasta que te explotan en las manos y eso, a la larga, es un mal favor a la empresa a la que has dedicado buena parte de tu vida profesional, o incluso toda. Ningún ejecutivo es imprescindible, pese a que haya sido clave para haber encumbrado a su empresa al cénit, porque, si alguien lo fuera, esa compañía tendría un grave problema de management a futuro.

Felicitación Navideña