Europa vuelve a estar en riesgo de colapso. La dimisión la pasada semana de Jürgen Stark, el economista jefe del Banco Central Europeo, por discrepar con el apoyo a las economías europeas en dificultades, y los problemas de Grecia y su capacidad para sortear el default, ponen sobre la mesa, una vez más, que el futuro de Grecia y Europa está en manos de Alemania. O lo que es lo mismo: de la capacidad de Angela Merkel para encontrar una fórmula que combine una solución realista y sostenible, el acuerdo de los socios europeos y el respaldo interno.
Los acontecimientos de la semana pasada son clarificadores: los mercados tuvieron días de euforia debido a la decisión del Constitucional alemán de apoyar el rescate griego y las palabras pro-euro de la canciller Angela Merkel. Pero el viernes todo se vino abajo.
En la columna Charlemagne de The Economist (‘Germany’s euro question‘), se pone de manifiesto la importancia de Alemania y su posición respecto a Europa en la crisis del euro. Y se analiza que no parece que Alemania tenga una respuesta clara al futuro del euro, una cuestión cuyo debate está abierto a estas alturas.
Por contra, más optimista es la visión de Irwin Stelzer en WSJ, quien en el artículo ‘Bad News Could Force Some Real Decisions’ considera que quizá ha llegado el momento, tras la subida de tensión de la semana pasada, de que la canciller alemana tenga la suficiente fuerza como para encontrar la solución a la crisis.