Muchas veces es inevitable cuando las compañías alcanzan un cierto tamaño y un cierto nivel de madurez, que sus directivos caigan en la tentación de diversificar el negocio.
Sin embargo, es realmente complicado gestionar carteras muy diversificadas y ser capaz de añadir valor a negocios que no están relacionados entre sí de forma alguna.
A pesar de ello, son muchos los ejecutivos que consideran que diversificar en industrias no relacionadas reduce el riesgo para los inversores o que los negocios diversificados pueden asignar el capital de forma más eficiente de lo que lo puede hacer el propio mercado.
La cuestión es que la diversificación tiene un potencial de retornos limitado y un potencial de pérdidas ilimitado. Las ganancias son limitadas porque es improbable que todos los negocios de un conglomerado despunten al mismo tiempo. Las pérdidas son ilimitadas porque la rentabilidad de los negocios más maduros que se pueden encontrar en la mayoría de los conglomerados puede caer mucho más de lo que se puede incrementar.
Lo que es verdaderamente importante en una estrategia de diversificación es si los ejecutivos tienen la habilidad de añadir valor a negocios de industrias dispares inyectando capital a ciertas inversiones, gestionando los portfolios o reduciendo costes. No podemos predecir con exactitud qué negocios triunfarán y generarán grandes rentabilidades, pero este post de McKinsey Quarterly sí que nos desvela tres características que comparten los potenciales blue chips:
- Inversores disciplinados (y a veces combativos). Los conglomerados de altas rentabilidades equilibran continuamente su portfolio con la compra de compañías que consideran minusvaloradas por el mercado y cuya rentabilidad pueden mejorar.
- Gestores de capital agresivos. Muchas grandes compañías cuantifican el capital a invertir para todo el año en una compañía basándose en la asignación del año anterior o en el flujo de caja que ésta genera. Sin embargo, los conglomerados de alta rentabilidad gestionan de forma agresiva el capital haciéndolo circular a nivel corporativo. Todos los excesos de caja que no son necesarios para la operativa del día a día son transferidos a la compañía empresa matriz, que decide cómo invertirlo en negocios existentes o nuevos, según su potencial de crecimiento y los retornos sobre el capital.
- Centros corporativos rigurosamente ‘lean’. Los conglomerados de alta rentabilidad operan de forma muy similar a las firmas de capital riesgo: con un centro corporativo ‘lean’ que restringe su participación en la gestión de las unidades de negocio a ciertos ejecutivos, asignando capital, supervisando la estrategia, estableciendo objetivos y controlando la rentabilidad. Es igualmente importante que estas firmas no creen extensos procesos o grandes centros de servicio compartidos entre todas las compañías del conglomerado.