La moneda china sigue siendo objeto de análisis de expertos y analistas occidentales quizá preocupados por el previsible auge del yuan en los próximos años. Otra vez es Brookings Institution quien dedica su atención al estudio de la moneda china y aunque hay coincidencias en determinados aspectos con otro estudio anterior realizado por dos profesores de la Universidad de Cornell, publicado recientemente en la web del think tank estadounidense y del que este blog se hizo eco el pasado día 8, hay una gran diferencia en sus conclusiones. Según el presente estudio, el yuan no desplazará como moneda dominante de reserva al dólar de EEUU, tal como auguraban los profesores de Cornell.
En este último informe se recuerda que el yuan es la única de las seis mayores economías mundiales que no es, en la actualidad, moneda de reserva y se destacan tres aspectos fundamentales para analizar la posición de la moneda china: la internalización, es decir, el uso como medio de cambio internacional; la convertibilidad de la cuenta de capital y si está en disposición de ser utilizada por los bancos centrales como protección en la crisis de las balanzas de pagos.
En la actualidad, según el informe, China está potenciando el uso internacional de su moneda para lo cual ha llegado a permitir la liquidación de las operaciones de comercio con el yuan; a suavizar las restricciones sobre las remesas transfronterizas; a permitir la emisión de bonos en su moneda en Hong Kong; a autorizar a algunos bancos ofrecer cuentas de depósito offshore y a configurar líneas de intercambio bilateral de moneda local con otros bancos centrales.
Todas estas cuestiones están adquiriendo fuerza aunque de momento funcionan a pequeña escala. Una gran ventaja para China es que Hong Kong proporciona una plataforma eficaz para poner en marcha estas medidas en forma experimental sin una apertura total.
A la hora de analizar las perspectivas futuras del yuan como moneda de reserva hay que tomar en consideración, dice el informe, diversos aspectos que influirán en el proceso tales como el tamaño de la economía del país; la facilidad para que la moneda sea negociable en los mercados financieros globales; la flexibilidad en el cambio; el desarrollo del mercado financiero del país y las políticas macroeconómicas referentes, sobre todo, a la deuda y la inflación. Con estos criterios China habrá de enfrentarse a retos importantes como el desarrollo del tipo de cambio y del mercado financiero así como al fortalecimiento del sistema bancario.
Los autores del informe de Brookings Institution no dudan que, merced al tamaño e influencia de la economía china, su moneda irá adquiriendo un papel cada vez más importante en la economía mundial y que llegará a convertirse en la próxima década en una moneda de reserva, pero que no llegará a desplazar al dólar estadounidense como moneda dominante.