No hay duda de que la tecnología y las grandes compañías que la desarrollan han transformado nuestras vidas, facilitando aspectos como el acceso a la información, la comunicación entre las personas o las compras, entre otros. Es el caso de las grandes plataformas tecnológicas como Facebook, Google o Amazon, que han conseguido cambiar el mundo a mejor, aunque todo cambio también tiene sus consecuencias.
Según afirma The Economist, hoy en día estas compañías son acusadas de ser demasiado grandes, anticompetitivas y destructivas para la democracia. Tanto Facebook como Google y Amazon suponen una amenaza para la competencia leal y esto es debido, en muchas ocasiones, a que a menudo se benefician de exenciones legales o de otras ventajas no accesibles para el resto. Cada vez más, estos gigantes tecnológicos crean su propio mercado con servidores que pueden parecer gratuitos pero que los usuarios pagan con una moneda de cambio muy valiosa, los datos personales.
Según algunas estimaciones, Amazon controla más del 40% de las compras online en Estados Unidos y Google procesa, en algunos países, más del 90% de las búsquedas en la web. Además de esto, Facebook y Google controlan dos tercios de los ingresos publicitarios que se generan online en Estados Unidos y Facebook controla el mayor banco de datos personales del mundo, así como información valiosa como las preferencias de cada uno o las relaciones sociales y los contactos que establecemos.
Se espera que estas empresas dupliquen e incluso tripliquen su tamaño en la próxima década y existe un temor justificado a que utilicen su poder para proteger y extender su dominio, en detrimento de los consumidores. Si esta tendencia sigue su curso, la industria tecnológica perderá competitividad y se destinará menos dinero a las startups, además de que la mayoría de ideas innovadoras serán compradas por las grandes empresas, que se llevarán todas las posibles ganancias.
Frente a esta situación habría que preguntarse cuál sería el mejor camino a tomar para frenar su imparable crecimiento sin perder la innovación y el avance social y tecnológico que suponen estas empresas. Algunas de estas medidas podrían estar enfocadas en llevar a cabo una mejor regulación de la competencia entre las empresas, analizar las posibles fusiones que puedan suponer una amenaza a largo plazo o llevar a cabo grupos de supervisión para garantizar que las plataformas no favorezcan siempre sus propios productos.
Sin embargo, la cuestión más importante no estaría resuelta y es la que tiene que ver con los datos personales. La información personal es la principal moneda de cambio con la que los clientes compran los servicios y posee un gran valor para las compañías. Los gigantes tecnológicos lo saben y acumulan estos datos con los que obtienen grandes beneficios. Frente a esta situación, según The Economist, se debería buscar una alternativa para que sean los propios usuarios los que tengan un mayor control sobre sus datos y sobre quién tiene acceso a ellos. Además, se podrían aplicar mecanismos que obligasen a las grandes empresas a compartir esta información con otras emergentes y romper así su monopolio. La meta es, sin duda, frenar el imparable crecimiento de los gigantes de la tecnología sin que eso afecte a la innovación futura.