La campaña electoral mexicana, entre el desencanto, la ironía y el hastío

Los mexicanos, un poco hartos y desencantados con sus políticos, han decidido trasladar su histórica sorna y peculiar ironía a la campaña presidencial. Los electores, según demuestran las encuestas, han ido paulatinamente perdiendo la fe en la democracia. Para ellos, Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador -los tres aspirantes- se han covertido en The Pretty Boy, The Quinceañera Doll y The Tired Has-Been, tal como relata The New York Times en un amplio análisis publicado días atrás, con una visión particular y crítica de la contienda que se abre.

Este es un país de mensajes contradictorios, de crecimiento económico y de cabezas cortadas, dice NYT. «Es el tercer socio comercial más grande de EEUU y un país con una mayoría de clase media, pero apresado por la corrupción, la impunidad, la pobreza, la burocracia, los monopolios y la cultura de la incomodidad con la confrontación», agrega sin pelos en la lengua. Gane quien gane el 1 de julio, opina el diario, heredará un desilusionado y estancado México, atrapado entre las fuerzas del pasado que se resisten al cambio y la frustración de aquellos que han empezado a esperar más de sus líderes.

La delincuencia, en particular, requiere atención inmediata. Más de 50.000 personas han muerto en asesinatos relacionados con las drogas desde finales de 2006 y el sistema de justicia es una farsa: más del 98 por ciento de los delitos quedan impunes, según datos del Gobierno. El sector petrolero del país también necesita una reforma para revertir las pérdidas del monopolio estatal, Pemex, y atraer inversión privada para desarrollar las nuevas reservas.

Los primeros actos de campaña reveló, dado el ambiente reinante, algo más de lo que se esperaba sobre las personalidades de los aspirantes, aunque sus propuestas políticas han sido, hasta ahora, más bien escasas e inconsistentes. Los tres contendientes han iniciado una carrera de tres meses durante los cuales deben responder a las preguntas fundamentales de los ciudadanos.

Enrique Peña Nieto, el telegénico y llamado The Pretty Boy, necesita persuadir a los votantes de que representa al nuevo Partido Revolucionario Institucional, PRI, que gobernó Méjico de 1929 a 2000. Pero, ¿puede demostrar que es algo más que un apuesto merengue colocado en la cima de un viejo partido autoritario?, dice NYT. Josefina Vázquez Mota, ex secretaria de Educación, tal vez tiene un reto mayor. Es conocida como  The Quinceañera Doll, porque siempre está sonriendo. Su partido, el PAN (Partido de Acción Nacional), ha ocupado el poder durante los últimos 12 años, una época que según los críticos ha sido de aumento continuo de la violencia y la corrupción. ¿Puede ella convencer a los mexicanos que representa una ruptura con su partido y convertirse en la primera mujer presidente del país? Con Andrés Manuel López Obrador, ex alcalde de la ciudad de México que perdió las últimas elecciones en el 2006 por 0,6 puntos porcentuales, el pasado y el futuro compiten. El más veterano de los candidatos, a quien llaman The Tired Has-Been debe aclarar si ha dejado de lado el populismo radical de su última campaña para gobernar como un moderado.

Comenzó la campaña y se dio rienda suelta a la clásica retahíla de promesas electorales el pasado viernes 30 de marzo. Peña Nieto, de 45 años, centró su discurso inaugural criticando la pobreza, la inseguridad, la corrupción, apostando por el cambio y ofreciendo “luz y esperanza”. Se comprometió a hacer un México próspero y seguro. Con una gran sonrisa, elogió a las mujeres mexicanas por su fuerza, y luego firmó públicamente un cartel con la lista de sus principales promesas.

Vázquez Mota, de 51 años, inició su campaña afirmando que los años en los que el PRI estuvo en el poder “aún nos impiden avanzar” y que ella no era como “los otros chicos de su partido”, Felipe Calderón y su antecesor, Vicente Fox. Sus promesas se centraron en lo que querían oír sus partidarios, la mayoría mujeres: jornada escolar completa y actividades deportivas, aprender música, leer más libros y un poco más de ayuda para que las familias sobrecargadas puedan “compartir tiempo juntos”. Los cuatro puntos de la plataforma de Vázquez Mota se parecen mucho a las cinco promesas de Peña Nieto. Ambos candidatos destacan la necesidad de una mayor transparencia del sistema, el funcionamiento de la justicia, la creación de empleo y mejorar la imagen de México en el extranjero.

López Obrador, de 59 años, señaló de inicio que los otros candidatos “representan la misma cosa” y que “solo su candidatura representa la alternativa de “la honestidad, la justicia y el amor, mucho amor”. Habló de la pobreza, muy arraigada en determinados estados en los que los votantes están abiertos a las ideas de izquierda de López Obrador y su Partido de la Revolución Democrática. De él dicen los analistas que debe suavizar su populismo para ascender desde el tercer puesto en el que le sitúan las encuestas. López Obrador se comprometió a revitalizar la economía centrándose en la clase obrera. Sin embargo, todavía se niega a reconocer su derrota en 2006, insistiendo en que hubo fraude y manifestó a los votantes que uno de los mayores desafíos del país es asegurarse de que se puede confiar en los resultados de las elecciones.

Algunos analistas describen la campaña como un retroceso a la clásica política de saldo similar a la que el novelista Mario Vargas Llosa llamó una vez “la dictadura perfecta” porque el PRI mantenía el control con las movilizaciones de masas, no con ideología sino a través de elecciones democráticas encubiertas. La verdadera prueba para los tres candidatos proviene de los votantes indecisos que representan casi un tercio del electorado, según las encuestas. Que voten o no dirá más a cerca del estado en que se encuentra la democracia en México que de quien sea el ganador, afirma el reportaje de NYT.

Felicitación Navideña