Mientras India hace ostentación de poderío militar con el lanzamiento de un misil de largo alcance, China mantiene su intención de construir en las Islas Seychelles una base militar junto con un gran depósito de combustible. Ambos países no han disimulado sus reticencias respecto a la acción del otro. Se trata de lo que se podría considerar los más recientes chispazos de una relación tensa que pervive desde el enfrentamiento bélico entre los dos países en 1962, según una información de la BBC.
Casi 50 años después de haber mantenido una breve guerra limítrofe, Nueva Delhi y Pekín todavía no pueden ponerse de acuerdo en gran parte de los casi 4.000 kilómetros de frontera que comparten. Y la carrera por armarse continúa a ambos lados aunque políticos de uno y otro país se esfuerzan por rebajar la tensión recurriendo a argumentos de buena vecindad y colaboración.
Sin embargo este tono de disimulada cordialidad no es compartido por Global Times, periódico propiedad del Partido Comunista Chino en cuyo editorial de hace unos días se podía leer a propósito del asunto: “India no debe sobreestimar su fuerza. Aunque tenga misiles que puedan llegar a muchas partes de China, eso no significa que ganará algo manteniendo su arrogancia en las disputas con China. India debería tener claro que el poder nuclear de China es más fuerte y más confiable. En tiempos venideros, India no tendrá nada que hacer en una carrera armamentística con China”. El comentario parece algo más que velada amenaza.
Aunque son muchos los políticos de ambos países y los expertos extranjeros que rebajan la posibilidad de un conflicto real es evidente cierto sentimiento de hostilidad entre China e India y no solo por su desacuerdo fronterizo. La discordia también se ha hecho patente a causa del Dalai Lama, el líder espiritual tibetano exiliado en India. Para el corresponsal de la BBC en el Sur de Asia, Andrew North, se trata de una batalla con varios frentes en la que se combate por las ayudas, las inversiones y los aspectos culturales y políticos en gran parte del continente.
El comercio entre India y China se está expandiendo, pero está inclinado en beneficio de China. Y la economía domina la ayuda internacional y las obras públicas. China está construyendo y mejorando carreteras que conectan zonas cercanas a la frontera. Y lo mismo sucede con el ferrocarril. “China está mucho más adelantada que India en cuestión de transporte a lo largo de la frontera, lo que le da la posibilidad de estar lista para mover tropas a la frontera si hay otra guerra”, puntualiza North que definió este escenario como un nuevo “Gran Juego”, término acuñado para describir la lucha por la influencia en Asia Central entre Rusia y el Imperio Británico en el siglo XIX.
Quien, al margen de su intensidad, no podría faltar en este conflicto es EEUU que para compensar ese desequilibrio envió a Nueva Delhi a William Burns, el número dos de la diplomacia estadounidense, una semana después de conocerse la posibilidad de la instalación china en Seychelles, para tratar temas de cooperación nuclear. Según la visión de Pekín, India colabora con una política de contención de China llevada adelante desde Washington.
Sin embargo, hay cierta cautela a la hora de un acercamiento entre EEUU e India. La percepción es que no quieren compartir lo suficiente, según Shyam Saran ex titular indio de Exteriores. “Estados Unidos no se decide por tratar a India como socio más allá de cuestiones relacionadas con la tecnología”, ha manifestado.
Lo cierto es que a lo largo de la frontera las cosas han estado tranquilas en los últimos 30 años, puntualiza North. No obstante son muchos los que ven riesgos en la continua guerra de palabras en los medios chinos e indios que pueden reforzar el sentimiento nacionalista de ambos países y reducir la posibilidad de alcanzar acuerdos de todo tipo, dice la información de la BBC.