En última instancia, no puede haber una Alemania fuerte sin una zona euro estable, no puede haber una zona euro estable sin una Alemania fuerte y no hay estabilidad económica mundial sin ambos. Puede que a los alemanes no les gusten sus opciones, pero negar la responsabilidad del liderazgo es una opción de la que Alemania no puede disponer, según escribe en Economy Watch Mohamed El-Erian, actual CEO y co-CIO de PIMCO, una sociedad global de gestión de inversiones y uno de los inversores más grandes del mundo de los bonos.
El-Erian ofrece en su artículo dos versiones de Alemania. Una, la que presenta una economía fuerte, un bajo nivel de desempleo, unas finanzas sólidas y una posición competitiva adecuada para explotar los segmentos más dinámicos de la demanda mundial. La otra, presenta una economía caracterizada por una interminable crisis de la deuda europea cuyos autores tratan de desviar su responsabilidad, y sus necesidades de financiación, hacia el inmaculado balance de Alemania. Ambas versiones son comprensibles pero no pueden coexistir para siempre.
La Alemania de hoy está cosechando los beneficios de muchos años de gestión económica interna responsable. Además de mantener unas finanzas públicas saneadas, los líderes alemanes acometieron difíciles reformas estructurales encaminadas a mejorar la competitividad internacional, incluidas las dolorosas reformas del mercado laboral. Como resultado, Alemania es una de las pocas economías avanzadas hoy día que ha creado puestos de trabajo y que mantiene la estabilidad financiera.
Sin embargo, Alemania también es parte de un barrio altamente cuestionado, si no su ancla. Sus vecinos son países -sobre todo en la periferia de la zona euro- que están luchando, que tienen un alto nivel de desempleo total, que en algunos casos se enfrentan a cuestiones de solvencia y que están lejos de alcanzar el consenso sociopolítico necesario para poner sus finanzas en orden.
Según El-Erian los políticos europeos tienen que seguir avanzando firmes en tres áreas principales: Mejorar la política interna de los países de manera que se cumplan los objetivos de sostenibilidad de la deuda mediante la promoción del crecimiento y con la reducción del déficit; mejorar los circuitos financieros internos de la eurozona para reducir el riesgo de bucles perturbadores de retroalimentación financiera y los equilibrios múltiples de desestabilización y, finalmente, fortalecer las bases institucionales de la zona euro así como sus mecanismos de coordinación de políticas.
Alemania debe jugar un papel aún mayor en la realización y coordinación de las respuestas políticas de la zona euro aunque muchos alemanes se sientan incómodos, pero no hay ninguna otra alternativa viable para la Europa del bienestar y, por lo tanto, para Alemania. Las instituciones de la Unión Europea todavía carecen de la autoridad y la credibilidad necesaria para asumir este papel. El Banco Central Europeo no posee las herramientas adecuadas de política estructural y ya se ha visto obligado a soportar las cargas que, sin duda, están más allá de su mandato estrictamente definido.
En segundo lugar, la zona del euro liderada por una Alemania que está trabajando en estrecha colaboración con Francia tiene que aclarar de manera concreta lo que pretende en el medio plazo. Hay dos alternativas, tan delicadas como controvertidas y la elección de hacer y mantener lo hecho solo les corresponde a los europeos; pero algo deben hacer si están decididos a dejar atrás el riesgo de la fragmentación de la zona euro.
Hasta que estas decisiones difíciles y controvertidas se realicen, es probable que ciertos períodos de relativa tranquilidad en Europa sean interrumpidos por la irrupción de la inestabilidad financiera y por disputas políticas y vacilaciones. Y cuanto más tiempo siga esto así, mayor es el riesgo de que los vecinos de Alemania erosionen la solidez de lo que el país ha construido tan laboriosamente. Es hora de que los europeos adopten las difíciles decisiones a largo plazo que son fundamentales para el mantenimiento y la mejora de su proyecto regional histórico, termina diciendo el artículo de Economy Watch.