Vivir y trabajar en la era de la longevidad

© Rachel Crowe
© Rachel Crowe

¿Cómo será la vida profesional si cada vez va a ser más común acercarse a la edad de los 100 años? La trayectoria vital y laboral de las personas permanece enmarcada en los  esquemas mentales de cuando la esperanza de vida era menor que ahora. A medida que ésta se amplía también deberá cambiar nuestra relación con el trabajo y con nuestra propia biografía.

Estos son algunos de los asuntos que aborda la profesora Lynda Gratton, de la London Business School, en el recién publicado  The 100-Year Life: Living and Working in an Age of Longevity, un libro en el que firma junto a Andrew Scott, defiende que que el alargamiento de la esperanza de vida va a forzar que las personas y las empresas cambien su idea sobre las carreras profesionales, las transiciones vitales y la jubilación.

Una de las claves de la argumentación de Gratton versa sobre la simplicidad actual de lo que llama «transiciones» entre las etapas vitales. Básicamente son tres, el tiempo dedicado a formarse y estudiar; la entrada en el mundo laboral y el momento de la jubilación. Con una edad de 100 años, este esquema resulta demasiado simple. Habrá person9781472930170as que sigan estudiando más allá de los 30 años; otros que deseen trabajar cumplidos los 70 y muchos otros que a edades hoy consideradas avanzadas, como los 50 0 los 60 años, decidan dar un cambio a su carrera y, por ejemplo, capitalizar sus conocimientos para dejar de ser asalariados e iniciar un negocio propio.

¿Qué deberían hacer las empresas? «La medida más obvia», dice Gratton, es que no deberían retirar a las personas a los 60 años. «Es la más loca de las ideas», argumenta la profesora de la London Schooll, porque a esa edad muchos de ellos tendrán conocimiento invaluables y se encontrarán mental y físicamente preparados para querer y poder seguir ofreciendo servicios de gran importancia.

La segunda cuestión importante que deberían tener en cuenta las empresas, defiende la autora, es que las personas ya no van a vivir en el esquema mental de estudio-trabajo-jubilación, sino que enfocarán sus vidas como algo más complejo donde los cambios o las transiciones serán más comunes. «Querrán cambiar de ocupación y rejuvenecer, aprender nuevas habilidades o tomar temporadas sabáticas. Si los académicos pueden tomarse años libres, por qué no lo va a hacer un consultor, consciente de que tiene por delante muchos años de carrera más de lo que se suele pensar», dice Gratton.

Para la autora de The 100-Year Life: Living and Working in an Age of Longevity, las empresas van a tener que ser mucho más creativas para retener y captar talentos y para ofrecer a sus trabajadores una variedad de formas de relación laboral que les mantenga implicados y productivos, en función de la edad y las expectativas vitales que tengan en ese momento.

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