El País: Mi Twitter es también mi empresa

La frontera entre lo público y lo privado es muy complicada de distinguir cuando hablamos de redes sociales. Y eso es algo que hay que tener muy en cuenta si decidimos utilizar este canal para desahogarnos tras una jornada laboral, ya que resulta casi imposible de discernir si un comentario crítico sobre la empresa para la que trabajamos forma parte de la libertad de expresión en la esfera de la intimidad o si se trata de trata de un acto de indisciplina. Es por ello, que las empresas vigilan cada vez más los Twitter y Facebook de sus empleados.

Dada la dificultad a la hora de distinguir si lo que alguien dice en una red lo hace en calidad de ciudadano, amparado por tanto por la libertad de expresión, o si actúa por el contrario como representante de una empresa, algunas compañías han procedido a elaborar una serie de reglas sencillas para sus empleados. Distintos medios de comunicación lideran este tipo de iniciativas. The Washington Post, por ejemplo, solicita expresamente a sus colaboradores que renuncien a algunos de sus privilegios como ciudadanos particulares y que asuman que los mensajes difundidos a través de cualquier red social es equivalente a lo que aparece debajo de su firma en el periódico. Las agencias de información Reuters o Bloomberg tampoco se quedan atrás, y dejan claro a sus periodistas que la distinción entre lo privado y lo profesional apenas existe, por lo que deben asumir que lo personal y lo profesional en las redes sociales es una sola actividad.

Estas medidas han llevado a algunos periodistas a entender que es preferible renunciar a tener un perfil social en la red, ante la posibilidad de cruzar la línea y que puedan ser sancionados por ello, explica este reportaje de El País.

Felicitación Navideña