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El ex presidente de EEUU, Bill Clinton, lo tiene claro: el capitalismo puede ayudar a la caridad en la lucha contra la pobreza. Así lo exponía este fin de semana en un interesante artículo de opinión publicado en Financial Times con el título ‘Charity needs capitalism to solve the world’s problems’.
Lo que Clinton defiende en ese artículo es la necesidad de aplicar criterios de racionalidad económica a la hora de gestionar la obras sociales, lo que en la práctica entronca con dos conceptos clave de la nueva gestión empresarial: el ‘shared value’ y las finanzas productivas.
El primer término, sobre el que ha escrito Michael Porter, señala la necesidad de que las empresas operen de una forma que va más allá de meras acciones filantrópicas. El objetivo es que su actividad corriente traslade parte del valor que genera a la sociedad, y no se quede solo en la compañía.
El segundo concepto, las finanzas productivas, tiene que ver con dar la oportunidad a pequeños emprendedores de poner en marcha su negocio, por ejemplo, a través de la actividad de micro finanzas. Para ello, en todo caso, hay que ofrecer este apoyo bajo las estrictas reglas de mercado porque esa es la fórmulas que permite, realmente, que un micro empresario acabe creando riqueza en beneficio suyo, de su familia y también de la sociedad.
Según escribe Bill Clinton, son 3 los motivos que aconsejan ese giro a una nueva alianza entre la filantropía y la actividad empresarial:
1. La gente reclama un cambio en el sistema de funcionamiento, como se ha visto en todas las manifestaciones ciudadanas de los últimos meses.
2. La crisis ha mostrado lo que es sostenible e insostenible. La globalización ha traído mayor prosperidad en general para todos, pero también ha generado mayores desigualdades en algunos casos, algo que debe corregirse.
3. La interdependencia entre países obliga a preocuparse no solo del bienestar en el propio país sino también en el extranjero.
Para el ex presidente de EEUU, Haiti nos da varios ejemplos de una gestión adecuada del progreso económico y social. En primer lugar, por ejemplo, con la acción de Digicel Group, que además de ocupar a 70.000 haitianos, ha decidido reconstruir el bazar del Iron Market, lo que en la práctica significa crear puesto de trabajo para nuevos haitianos, e invertir parte de su obra social en educación, para apoyar las nuevas generaciones. De igual forma, el magnate mexicano Carlos Slim ha imopulsado un fondo para apoyar a emprendedores.
Se trata de iniciativas similares a las que lleva a cabo la fundación Bill&Melinda Gates y otras corporaciones privadas, en las que el objetivo es promover la responsabilidad social corporativa aumentando el ‘shared value’ o valor compartido de las grandes compañías. Y tratar de hacerlo mediante iniciativas que propicien el ’empowerment’ de las personas que reciben la ayuda, y no la mera caridad..
Según Bill Clinton, la riqueza privada puede aumentar cuando las empresas, los gobiernos y las ONG’s trabajan en la misma dirección y comparten conocimiento y experiencia.
Estos esfuerzos, escribe Bill Clinton, benefician tanto a las comunidades a las que se apoya como a las empresas y a los filántropos involucrados, diversificando sus negocios, expandiendo sus mercados, preparando más trabajadores potenciales y ayudando a crear una cultura de prosperidad.
Todo ello aumenta los beneficios, incrementa la inclusión económica y da a más gente la oportunidad de formar parte de un futuro compartido.