Durante la última década, los bancos de Europa del Este han estado montados en una auténtica montaña rusa, con sus acciones despuntando hasta niveles desconocidos entre 2000 y 2007 y con bajadas de prácticamente el 70% con el inicio de la crisis. Aunque esta volatilidad no ha desaparecido, McKinsey espera oportunidades de crecimiento a largo plazo en la industria bancaria de Europa del Este una vez que la actual situación se calme.
Un nuevo estudio de la consultora identifica los segmentos y geografías que prevé más prometedoras en la próxima década y establece las acciones estratégicas que los players regionales deben llevar a cabo si quieren aprovechar estas oportunidades.
En el caso de los bancos locales, señala la consultora, en primer lugar deben aprender del pasado, superando los problemas de escala insuficiente, modelos operativos ineficientes y unos procesos de gestión de riesgo y de governance relativamente débiles que les impidieron crear valor en los años del boom. En segundo lugar, deben posicionarse para hacer frente a los actuales desafíos que acechan a la industria: la nueva regulación, unos costes más elevados de financiación y el cambio del comportamiento del consumidor.
Con todos estos obstáculos sobre el tablero de juego, muchos bancos internacionales con filiales en la región han desaparecido. Mckinsey espera que esta tendencia continúe y que incluso se acelere cuando los mercados se estabilicen, dado que muchos players se replantearán sus compromisos a largo plazo. Sin embargo, los bancos que tengan voluntad de permanecer y ajustar sus modelos de negocio, pueden cosechar beneficios considerables cuando los países de la región alcancen a los de Europa Occidental.
Los años perdidos
En el año 2000, la bancarización en Europa del Este estaba por debajo de mercados emergentes como América Latina o Asia en diferentes categorías de producto. Esta circunstancia, junto a unos costes de financiación bajos, crearon las condiciones para un incremento sustancial de la demanda de servicios financieros.
El análisis de McKinsey muestra que los ingresos procedentes de los préstamos y los depósitos crecieron más de un 14% al año de media entre 2000 y 2007, con algunos productos, como las hipotecas, con rentabilidades especialmente destacadas.
Sin embargo, a pesar del clima favorable y del optimismo inversor, solo unos pocos bancos consiguieron hacerse con los beneficios de la expansión, una paradoja atribuible a los costosos modelos operativos que los bancos pusieron en marcha en la región.
El desafío de la próxima década
Mirando hacia el futuro, y dados los vínculos que Europa del Este tiene con otras partes del mundo, la región lógicamente no escapará a los efectos de la crisis de deuda soberana. Sin embargo, los fundamentales para un crecimiento económico fuerte están ahí. La creciente concentración de consumo y riqueza en unas pocas ciudades y áreas, la necesidad de mejores infrastructuras, el aumento de consumidores con más capacidad de gasto y otras importantes tendencias generarán un impresionante viento de cola económico capaz de soportar el crecimiento de los ingresos bancarios.
El mayor desafío para los bancos será ofrecer unos retornos a los accionistas que excedan el coste de capital.
¿Qué deben hacer los bancos ganadores en la región?
Estas son las estrategias que deben perseguir los bancos que quieran triunfar en la región, según los análisis de McKinsey y los resultados de las encuestas a la industria.
- Reorganizar la cartera de negocio. La masa crítica permite a los bancos obtener ventajas de escala y crear valor adicional. En Europa del Este, donde los costes son elevados en relación al volumen de clientes, esto es especialmente importante. Solo unos pocos bancos han sido capaces de construir carteras de negocio consistentes y suficientemente grandes en los principales mercados. El análisis de McKinsey sugiere que las adquisiciones o el intercambio de activos puede generar incrementales retornos sobre la acción de entre el 2% y el 4%. Si las adquisiciones no son viables, otra opción serían los acuerdos para el desarrollo o la distribución de producto.
- Construir modelos de governance más fuertes. Los bancos ganadores tendrán por un lado que perseguir las eficiencias derivadas de la centralización y de la estandarización, y por otro, generar valor permitiendo flexibilidad a las unidades locales en la gestión del negocio, si bien es cierto que la consolidación es más fácil en un tipo de operativa que en otro.
- Aproximarse a los segmentos prioritarios con una estrategia diferenciada. Los bancos en la región se deben posicionar para aprovechar las ventajas de los segmentos de producto y cliente que servirán de motor de crecimiento en la próxima década. Esta aproximación implica desarrollar proposiciones de valor para segmentos concretos de un tamaño suficiente o especializarse en un producto como por ejemplo la financiación de infraestructuras.
- Poner el foco en la innovación. La banca de la región debe ponerse a la altura de otros mercados emergentes e intentar desarrollar modelos de negocio compatibles con su nivel de desarrollo. El esfuerzo puede tener que incluir un enfoque “frugal” inicial y considerar una mayor centralización así como la subcontratación de la distribución y de los servicios de apoyo. La banca en Europa del Este también tiene grandes oportunidades en lo que a innovación se refiere, incluyendo la instalación de cajeros automáticos, datáfonos, sistemas de identificación biométrica y pagos con el móvil.