Los riesgos para la salud de los banqueros de inversión de Wall Street

Los altos ejecutivos y los operadores que trabajan en la banca de inversión son muy propensos a sufrir insomnio, palpitaciones cardíacas, trastornos en la alimentación o, incluso, a llegar a caer en problemas más graves, como el alcoholismo, entre otras cosas, según un informe que, bajo la condición del anonimato, ha estudiado durante varios años los comportamientos de un numeroso grupo de individuos dedicados a tales funciones, y que será publicado íntegramente a finales de este mes en Administrative Science Quarterly. Un extracto del informe ha sido recogido por The Wall Street. 

Esta es, al menos, la visión que se desprende de una banca de inversión como la de Wall Street, lejana de otros modelos más centrados en el cliente. La banca de inversión en Wall Street, señala el estudio dirigido por Alexandra Michel, profesora asistente de la Marshall School of Business de la Universidad del Sur de California, ha sido siempre un objetivo a conquistar para hombres y mujeres ambiciosos que aspiran a enriquecerse, a disponer de coche con chófer y a disfrutar de excelentes viandas en los mejores restaurantes. Paro para ello dedican al trabajo cien horas a la semana lo que les sitúa en el nivel de alto riesgo para la salud. El estrés les invade y sufren problemas emocionales y personales de distinta índole que suelen degenerar en graves crisis que, con frecuencia, persisten después de haber dejado su actividad bancaria.

Durante los dos primeros años los banqueros objetos del estudio dedicaban al trabajo entre 80 y 120 horas semanales. Llegaban a sus oficinas a las seis de la mañana y acababan su jornada laboral alrededor de la medianoche y, siempre, derrochando entusiasmo y grandes dosis de energía.

Sin embargo, en el cuarto año muchos de los banqueros eran un auténtico desastre. Unos culpaban a sus cuerpos por no soportar tantas horas de trabajo y caían víctimas del estrés; otros desarrollaban alergias y adicciones a determinadas sustancias que les mantenían despiertos y dotados de energía y a unos cuantos se les diagnosticó un amplio repertorio de enfermedades como soriasis, artritis reumatoide, trastornos de tiroides y mentales o la enfermedad de Crohn, una dolencia por la cual el sistema inmunitario del individuo ataca su propio intestino produciendo inflamación.

En el sexto año, los participantes en el estudio se dividieron en dos grupos: un 60 por ciento siguió manteniendo la lucha con su propio cuerpo y un 40 por ciento optó por dar prioridad a su salud atendiendo a sus problemas y decidió remediar la falta de sueño, imponerse una dieta saludable y poner freno al exceso de trabajo. Una quinta de los banqueros estudiados abandonó la profesión. Los bancos prohibieron hacer público el tamaño de los grupos de estudio, las tasas de deserción y otras cuestiones relativas a la investigación.

“Los banqueros están en el nivel de alto riesgo para la salud por sus problemas de agotamiento y estrés”, señala Alden Cass, un especialista en Sicología Clínica que se ha ocupado de tratar enfermedades profesionales en Wall Street. En un estudio realizado hace diez años entre 26 corredores de bolsa, Cass descubrió que una cuarta parte sufrían una depresión considerable. “Y eso que era la época en que la economía iba sobre ruedas y las remuneraciones salariales eran altas”, dice el profesor.

Las recientes turbulencias en Wall Street han no han hecho sino aumentar los niveles de estrés, asegura el informe que resume WSJ. La mayoría busca ayuda después de que sus relaciones personales se vean afectadas por su trabajo. Algunos son adictos a las medicinas, otros recurren a la “despersonalización” -una sensación de despreocupación hacia el resto del mundo-, y unos cuantos se han suicidado. “Hay una razón por la que ahora no se encuentra gran cantidad de  banqueros de inversión”, dice Linndley DeGarmo, ex director de Salomon Brothers: “Es una vida muy dura”.

Felicitación Navideña