La desaceleración económica en India es uno de los mayores acontecimientos económicos del mundo, pero la atención por parte de Estados Unidos es mínima. Ni siquiera puede verse como una desaceleración según los estándares de análisis, pues el crecimiento de la India es todavía fuerte, el 6,9 % para 2012, según estimaciones del FMI. Sin embargo, la ralentización es evidente: la economía se ha desacelerado a partir de las tasas proyectadas de más de un 8% y el impulso negativo puede traer un nuevo descenso. El Gobierno del país ha fijado un crecimiento interanual para el trimestre octubre-diciembre de sólo un 6,1%, según ha publicado hace unos días The New York Times.
Lo preocupante, dice el periódico estadounidense, es que gran parte de la disminución de la tasa de crecimiento se distribuye de forma desigual y cuya mayor carga que recae sobre los pobres. Si el ritmo lento continúa o empeora muchos millones de indios, otra generación, fracasarán en la salida de la miseria extrema y la penuria. Los problemas de la zona euro en comparación con aquel panorama son una nimiedad.
Es China a la que en los últimos años se presta más atención pero según señala pero Scott B. Sumner, economista de Bentley College, será India, la que probablemente termine siendo la mayor economía del mundo en el próximo siglo. La población de China es probable que alcance su punto máximo relativamente pronto, mientras que la población India continuará creciendo por lo que, en virtud de las previsiones aunque sean modestamente optimistas, la economía de India será la número uno en términos de tamaño total. India también es una fuerza potencial para dinamizar las economías de Bangladesh, Nepal y, tal vez algún día, Pakistán y Myanmar. Las pérdidas de una India más pobre van más allá de sus fronteras y, además, cuanto más rica sea India mejor acogida tendrá la democracia en la región.
¿Por qué se ha ralentizado el crecimiento económico de India? Las causas son variadas. La actitud del país hacia la inversión extranjera no es la más adecuada. Además el Gobierno indio ha aplicado ciertos impuestos con carácter retroactivos a las empresas extranjeras. Otro problema es la infraestructura energética del país, que no se ha orientado a satisfacer la demanda industrial. La minería del carbón está dominada por una ineficiente empresa estatal y hay varios controles de precios sobre el carbón y el gas natural. Por encima de todo, el país no parece dirigirse hacia una mayor liberalización y reformas orientadas al mercado.
Estos problemas pueden ser resueltos. Más preocupantes son las causas que no tienen solución fácil. La agricultura emplea a cerca de la mitad de la masa laboral de India, sin embargo, la revolución agrícola que floreció en la década de 1970 se ha ralentizado. La cosecha de cultivos sigue siendo pertinazmente baja; las infraestructuras del transporte y el agua son escasas y el sistema legal es hostil a la inversión extranjera en la agricultura básica y la agroindustria moderna. Téngase en cuenta que los inicios del crecimiento general en Japón, Corea del Sur y Taiwán fueron precedidos por un aumento significativo de la productividad agrícola.
En el lado positivo de la balanza, el país mantiene una población con gran talento, energía y espíritu empresarial. Cuenta con redes mundiales de comercio e inmigración, y logros de primer orden en ocio y diseño, entre muchos otros puntos fuertes. Sin embargo, el ritmo anterior de los avances ya no parece garantizado.
India puede no estar sola en esta desaceleración. Hay una preocupación general de que la agrupación de gigantes conocidos como los países BRIC -Brasil, Rusia, India y China-, ha perdido parte de su impulso anterior. El año pasado Brasil creció a una tasa de sólo el 2,7% y el crecimiento de los PIB chino y ruso también sufren una desaceleración en un grado y duración desconocidos. Todas estas cosas constituyen un peligro real y evidente para la economía mundial, asegura el artículo de NYT.