El crecimiento de América Latina no puede depender sólo de las materias primas

La ciudad de Olinda, en la costa brasileña. © Pexels

La ciudad de Olinda, en la costa brasileña. © Pexels

La crisis económica y los vaivenes políticos que atraviesan países como Brasil o Venezuela hacen creer que la situación en América Latina es mala en general. Sin embargo, hay ejemplos positivos, como los de Chile, que mantiene un crecimiento modesto o sostenido, o Argentina, que gracias a su renovado acceso a los mercados de capital está regresando a la actividad.

Como se ve, hay una gran diversidad de situaciones entre país y país, y algunos brotes verdes esperanzadores, pero de forma global el gran reto al que se enfrenta la región es llevar a cabo un cambio de estrategia que permita adaptarse a los cambios ocurridos en la economía global, según defiende el McKinsey Global Institute en un análisis recién publicado.

El buen momento que experimentó la economía latinoamericana la década pasada estuvo impulsado por el apetito de materias primas en todo el mundo, con el petróleo, los productos mineros y la producción agrícola como los grandes recursos que la región podía ofrecer. Tras la crisis económica, la demanda ha bajado, los precios se han desplomado y han descendido las inversiones en todo el mundo. La economía china, el gran cliente latinoamericano, ha reducido también su apetito por los recursos.

Latinoamérica no puede sentarse a esperar que haya una nueva reactivación de la ecomomía mundial, argumentan en McKinsey, sino que debería centrarse en estimular su propio consumo interior y en exportar bienes acabados y de más valor a aquellos mercados con mayor capacidad de compra.

“La región necesita construir una base económica más diversa y sostenible, centrándose en los consumidores. Es crítico conocer qué segmentos son los que tienen más capacidad y deseo de compra. Es el momento de que Latinoamérica escale en la cadena de valor y pase del énfasis en las exportaciones de materias primas hacia los bienes de gran valor añadido y, en la medida de lo posible, a los servicios”, escriben en McKinsey.

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McKinsey Global Institute

Para reorientar ese crecimiento, McKinsey propone tres vías: diversificar, digitalizar y empoderar a la propia clase consumidora en la región. Las previsiones de McKinsey son que de aquí a 2030 el 90% del consumo global provenga de las ciudades. Ese público urbano puede segmentarse además en diversos tipos de población Your Domain Name. La consultora detalla algunos de los más apetitosos: personas mayores de las economías avanzadas; la población china en edad trabajadora; los trabajadores de EEUU; la creciente población china en edad de retirarse y la propia clase media de América Latina.

En este último caso, el problema es la gran desigualdad social de la región y la debilidad de su clase media. El crecimiento reciente permitió sacar de la extrema pobreza a muchos habitantes de América Latina, opinan en McKinsey, pero no ha sido suficiente para ampliar la clase media. “El gran reto de América Latina es asegurarse de que la población de ingresos bajos se convierta en una floreciente clase media”.

El trabajo completo de McKinsey puede consultarse en su página web (Can Latin America reignite growth by connecting with consumers?)

Felicitación Navideña