Benjamin Graham había sido mi ídolo desde que leí su libro The Intelligent Investor. Yo quería ir a la Escuela de Negocios de Columbia porque él era profesor allí; y después de salir de Columbia, regresé a Omaha, y comencé a vender valores. No me olvidé de él. Entre 1951 y 1954, me mostré muy insistente enviándole frecuentemente ideas sobre valores. Un día recibí una carta: “La próxima vez que estés en Nueva York, ven a verme”. Así comienza un artículo que Forbes publica este mes, según una transcripción de un relato en el Warren Buffet narra sus inicios en el proceloso mundo de las finanzas. Estos son algunos de sus párrafos más interesantes:
Así que fui y me ofreció un trabajo en Graham-Newman Corp., que él dirigía con Jerry Newman. Todo el mundo dice que A.W. Jones comenzó en el negocio de los hedge funds, pero la sociedad Graham-Newman, ‘prima’ de Newman y Graham, era en realidad un fondo anterior. Me mudé a White Plains, en Nueva York, con mi esposa, Susie, que estaba embarazada de cuatro meses, y con mi hija. Cada mañana, me subía al tren en Grand Central para ir a trabajar.
Era una posición de corta duración: Al año siguiente, con 25 años, el señor Graham, que es como le llamaba me hizo un aparte para decirme que se retiraba. En realidad, hizo más que eso: me ofreció la oportunidad de que le sustituyera, con el hijo de Jerry Mickey como nuevo socio senior y yo como socio junior. Era un fondo muy pequeño de seis o siete millones de dólares pero era un fondo famoso.
La cosa es que cuando salí de la universidad tenía 9.800 dólares y que a finales de 1955 llegué a los 127.000. Pensé, voy a volver a Omaha, tomar algunas clases en la universidad, leer mucho, y retirarme. Calculé que podría vivir con 12.000 dólares al año y que con la base de mis activos de 127.000 dólares, fácilmente lo podría hacer. Le dije a mi esposa, “El interés compuesto garantiza que voy a ser rico”.
Mi esposa y mis hijos regresaron a Omaha por delante de mí. Cuando me subí al coche camino del oeste, fui pensando en las empresas en las que invertiría mi dinero. Fue una evaluación minuciosa. (…)En Omaha, alquilé una casa por 175 dólares al mes. Le dije a mi esposa: “Yo estaría encantado comprando una casa pero eso es como si un carpintero vende su caja de herramientas.” Yo no quería usar mi capital.
No tenía planes de asociarme con nadie ni tampoco de tener un trabajo. No tenía problemas, siempre y cuando pudiese operar por mi cuenta. Desde luego, no quería volver a vender valores. Sin embargo, por puro accidente, siete personas, entre ellas algunos de mis parientes, me dijeron: “Usted solía vender valores y queremos que nos diga qué hacer con nuestro dinero”. “No voy a volver a hacerlo pero voy a formar una sociedad como la que tenían Ben y Jerry y si usted quiere unirse a mí, puede hacerlo”, contesté. Mi suegro, mi compañero de universidad, su madre, mi tía Alicia, mi hermana, mi cuñado, y mi abogado, todos firmaron. Yo también puse mis cien dólares. Ese fue un principio totalmente accidental.
(…) Sin haber pedido yo nada a nadie comenzaron a llegar más cheques de gente que no conocía. De vuelta en Nueva York, Graham-Newman estaba siendo liquidada. Había un rector de la universidad de Vermont, Homero Dodge, que había sido investido con Graham que le preguntó a Graham: “Ben, ¿qué debo hacer con mi dinero?” Ben le dijo: “Bueno, hay un chico que solía trabajar para mí…. “. Dodge cogió su coche y emprendió camino a Omaha hasta la casa alquilada donde yo vivía. Tenía 25 años aparentaba 17 y actuaba como un chico de 12. Él me preguntó: “¿Qué es lo que haces?”, y le dije, “Esto es lo que estoy haciendo con mi familia y lo haré con usted.”
A pesar de que no tenía ni idea, mis 25 años fueron un punto de inflexión. Estaba cambiando mi vida, la creación de algo que se convertiría en una sociedad de bastante buen tamaño llamada Berkshire Hathaway. Yo no tenía miedo. Estaba haciendo algo que me gustaba y que sigo haciendo. (Artículo completo).